Los lobos son considerados fuertes depredadores que se posicionan en la cima de la cadena alimenticia dentro de la fauna de su ecosistema; sin embargo, también compite con otros recios carnívoros que buscan el mismo objetivo: alimentarse de carne.
Los lobos se concentran en distintas partes del mundo, en los que las condiciones climáticas, el tipo de terreno y la variedad de vegetación y fauna es distinta, por lo que dependiendo de su entorno se enfrentan a diversos tipos de depredadores.
Una manada de lobos difícilmente tenga problemas con los enemigos, pero un lobo solitario, sí.
Una manada de lobos difícilmente tenga problemas con los enemigos, pues mantienen mucha ventaja ante otros animales peligrosos, pero cuando se trata de un individuo solitario o débil, es cuando existe una alta probabilidad de que sea capturado.
El tigre (Panthera tigris) es un poderoso y hábil felino que también se mantiene en la cúspide de la cadena alimenticia. Estos miembros de la familia Felidae y los lobos, se alimentan del mismo tipo de presa y ambos muestran dominio y alto grado de superposición en la dieta, por lo que se desencadenan enfrentamientos. A principios del siglo XX, fueron vistos pocos lobos en regiones de Asia donde compartían territorio con los tigres. Según las observaciones de los pobladores y los investigadores, los enormes gatos no consideran a los lobos como parte de su dieta, ya que en cuatro ocasiones se ha visto que después de matarlos se alejan sin consumir de ellos. Se cree que se trata más de una cuestión de dominio.
Los osos pardos (Ursus arctos) son especies muy grandes y amenazadoras para los lobos, incluso para una manada. Acercarse a un oso resulta una tarea muy complicada, y más si se trata de una madre con crías. El zarpazo de un oso es mortal, y los lobos no arriesgan su vida a algo que probablemente terminará mal para ellos.
Los pumas (Puma concolor) son fuertes rivales. Cazan ciervos y otros animales que también son parte de la alimentación de los lobos, lo que conlleva a agresivos encuentros. Se ha observado a un solo puma ganar la batalla contra dos lobos. Los leones de montaña son sumamente agresivos y territoriales, por lo que cualquier disturbio o invasión a su espacio es sinónimo de letales zarpazos y mordidas peligrosas que en ocasiones terminan por acabar con la vida de lobos solitarios.
La depredación entre lobos se da entre ciertas especies. El lobo rojo es cazado por otros tipos de cánido, en especial por coyotes y lobos grises. También son capturados por linces y enormes cocodrilos.
Los lobos árticos algunas veces tienen peleas con grandes osos polares (Ursus maritimus) por el mismo motivo: la comida. En las duras condiciones de su hábitat a veces les resulta difícil tener acceso fácil al alimento, por lo que cualquier oportunidad debe ser aprovechada. El lobo ártico no se considera un depredador del oso polar, lo que quiere decir que los miembros del género Ursus suelen ganar las disputas.
Su peor enemigo: la especie Homo Sapiens.
Después de todo lo anterior, no debemos olvidar que hay un animal más peligroso que todos los anteriores. Estamos hablando del Homo Sapiens. La caza de los lobos por parte del ser humano es una actividad antigua que se ha ido efectuando desde hace miles de años. Esto mayormente se practicaba como deporte, pero también se obtenían beneficios con su piel y su carne.
En 1967 se consideró a la subespecie Canis lupus lycaon en peligro de extinción y más tarde, en 1973 el Canis lupus irremotus se colocó bajo la misma categoría de amenaza. Casi todos los tipos de lobo gris fueron exterminados en Montana en la década de 1930.
Actualmente existen leyes en varias ciudades de los Estados Unidos, que protegen y sancionan cualquier acto cometido en contra de la integridad de las especies de lobos; sin embargo, aún se lucha contra otros problemas ecológicos que amenazan su existencia.